Generamos emociones para motivar el cambio

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A mi padre

Porque me enseñó a andar.
Porque me enseñó a nadar.
Y a conducir.
Y a caminar por el monte.
Y a caminar por la vida.
A mi padre, mi primer fotógrafo,
que me enseñó a mirar el mundo a
través del visor de una cámara para
descubrir otra visión de las cosas.
A mi padre, que me aconsejó
unirme al Grupo Persona con una
sola palabra, ¡¡DIVIÉRTETE!!
Y, aquí estoy, divirtiéndome.

A la deriva... ¿O dejándose llevar...?

Míralo con unos ojos...
Tres mujeres, una barca, dos remos,
un estanque. No se avanza.
¡¡Míralas, qué perezosas!!! ¿Pues
no han abandonado los remos a su
suerte? Ninguna asume el mando,
ni la responsabilidad, ni el
compromiso. La barca, a la deriva,
chocará contra la orilla, encallará,
se golpeará contra otra barca.
Quizás naufraguen. Será el castigo
por su desidia.
Normal, ellas se lo buscaron.
Ahora... ¿Qué pasaría si lo miraras
con otros ojos? No las juzgues, solo
siente lo que ellas sienten...
Tres mujeres, una barca, dos remos,
un estanque. Quietud, sosiego. Una
dormita, la otra habla, y la tercera
escucha, o quizás sueña. Sólo un
pequeño vaivén... esas olitas de
nada del estanque. Y la barca se
balancea, las acuna... suavemente...
sin molestar... ¿Puedes imaginar el
sol en rostro? ¿La ondulación de la
barca? ¿El sueñito placentero que
invade los ojos? ¿Puedes
imaginarlo? ¿Notas el sol en tu
cara? ¿Su calor? ¿El silencio? ¿La paz?
Y la barca ondula mientras nuestras
tres mujeres, sueltan los remos ¡¡y
se dejan llevar!!
¿Quieres elegir tu versión?
A la deriva, ¿o dejándote llevar?

A punto de sumergirme en la nube

Qué habrá al otro lado de esa nube que veo frente a mí, en la carretera?.
Hay miedo:”A perderme, a no encontrar el camino, a desaparecer. Como si al atravesar esa nube sólo existiera un abismo”.

Hay sorpresa, curiosidad: “¿Qué habrá tras la nube? ¿Qué misterios encontraré? ¿Estará el paisaje más mágico y hermoso de mi vida?”.

Hay deseo: “Quisiera flotar como la misma nube y subir envuelta en mil partículas de agua en polvo. Formar parte de la nube y dominar todo el paisaje”.

Hay ira: “Precisamente hoy que tenía que viajar, se nubla todo y pierdo visibilidad”.

Hay resentimiento: “Mira que pedirme hoy, precisamente hoy, que emprenda este viaje, es que este hombre no aprende que en otoño no se debe viajar por la montaña”.

Hay tristeza: “Otoño de nuevo, oscuridad, melancolía, la antesala del invierno , con lo poco que me gusta a mí el invierno”.

Hay Alegría:“Vaya suerte que tengo, estas nubes son fantásticas para fotografiarlas, me va a quedar una foto chula, chula”.

Hay Culpa: “Sólo a mí se me ocurre salir en un día como hoy, todavía tendremos un accidente y será culpa mía que me empeñé en venir”.

Hay Soberbia : “Luces antiniebla, ¡¡vaya tontería!!. No hablar por el móvil, ¡¡una estupidez!!. Conduzca con precaución, ¡¡eso es para novatos!!.

Hay Emoción.

Porque estamos vivos, hay emoción y ésta afectará a nuestra motivación, aprendizaje, comportamiento y a nuestra ¡¡ACCIÓN!! Partimos de un Hecho igual para todos, que genera una Interpretación diferente para cada uno, que nos lleva a un Pensamiento distinto, que provocará una Emoción propia y exclusiva en cada uno y, según sea nuestra emoción, así será nuestra Acción.
La misma nube, distinta emoción. ¿Cuál es la tuya?

PD.- La mía está clara , ¿no? y la acción, también …. ¡¡Hice la foto!!

Mi sombrero, mi bastón, mi cámara y todo un camino por delamte

“Da tu primer paso ahora. No importa que no veas el camino completo. Sólo da tu primer paso. Y el resto del camino irá apareciendo a medida que camines”. Martin Luther King jr.

Anoche Soñé

Anoche soñé que flotaba. Tierra, cielo, aire, suelo... todo flotaba y yo también. Arriba, abajo, realidad o ficción.

Tú y yo sabemos que es el reflejo de una copa. Pero podría ser una bola de nieve. ¿La agitamos? Di, ¿qué sientes al agitarla? ¿Estás dentro o fuera de la escena? ¿Observas o te observan? Juguemos a soñar, a flotar, a imaginar que estamos dentro de una gran bola de nieve que alguien puede agitar con nosotros dentro.

Y ese juego, a veces, me perturba. ¿Y a ti?

Aprendiendo a escuchar

Hoy quiero abrir mis ojos para verte.
Y mis oídos para escucharte.
Y mis ventanas para respirarte.
Hoy quiero teñir de rojo mis cortinas.
Iluminar mi sala
y caldear mi estancia.
Hoy quiero escuchar tus pisadas en la acera
sentir cómo te acercas
y ver cómo te paras
y me miras.
Y te miro,
esperando,
para verte, escucharte y sentirte.
No importa tu nombre, ni quién eres, ni cómo eres.
Eres persona.
Y yo estoy aprendiendo a verte
a escucharte
y a sentirte.

Nota. No es una declaración de amor, sino de intenciones. No tiene destinatario concreto.
Es un objetivo.

Atrapados en la red

Atrapados en la red. ¿Es tu caso? ¿O eres tú quien teje y desteje tus redes para atrapar a otros?

Breve encuentro

Un segundo, un instante, un momento, un suspiro, una ráfaga, un soplo, algo tan leve como un hilo.

Todo ese largo tiempo duró nuestro cruce de miradas. Mi bus. Tu coche rojo. Tus ojos. Los míos. Y el silencio.

Perdón por robarle el título a David Lean.

Cajas llenas de luz, para abrir y bucear en ellas en los malos momentos

Cajas llenas de luz, para abrir y bucear en ellas en los malos momentos.

Me gustan las cajas, de todas las formas y colores.

Me gustan las cajas blancas, llenas de luz como las que hoy traigo.

Me gusta elegir la caja, observarla, abrirla muy poquito a poco y dejarme iluminar por su luz.

Hay cajas para días oscuros.
Hay cajas para días tristes.
Hay cajas para días desesperanzados.

Hay cajas para guardar los buenos recuerdos.

Hay cajas para guardar el cariño.
Hay cajas para guardar la ternura.
Y los afectos.
Y los amigos.
Y la familia.
Y los viajes.
Y todo aquello que algún día nos hizo feliz.

Elije tu caja cada mañana, ábrela e inúndate de todo su contenido.

Y cada vez que vivas algo que merezca la pena ser recordado, crea una nueva caja llena de luz. Para los días negros que estén por venir.

Cerró puertas y ventanas

Cerró puertas y ventanas para no dejar entrar la luz ni las ideas. Pero ellas, rebeldes, se colaron por todos los rincones.

Crisálida varada en la playa

Envuelta en sedas rojas, varada en la playa y entre arenas y flores, la vieja barca esperaba la hora de partir y surcar los mares.

Hilos que se enroscan protegiendo y mimando, incubando un proyecto de vida o de futuro.

Como esa barca, me envuelvo en mi crisálida. Leo, estudio, aprendo, investigo. No soy aún lo suficientemente hermosa para salir a volar.

Estoy a medio hacer, sin terminar. No quiero que me vean, me molesta la luz.

Me estoy construyendo.
Necesito mi tiempo.
Lo conseguiré.
Y un día, los hilos se romperán, volaré. Lo sé.

Y flotaré como esa barca, libre sin su roja atadura, crisálida varada en la playa, esperando para zarpar. Soy una crisálida. Y quiero crecer.

El tiempo es verde y no tiene cabeza

El niño me preguntó..."Mamá, ¿qué es el tiempo?"
"Un monstruo" le contesté...
"¿Por qué es un monstruo?", volvió a preguntar.
"Porque te devora y te envejece,
te atrapa, te secuestra y te retiene,
te estruja, te absorbe y envilece,
te aplasta, te aprisiona y entristece,
te apena, domina y embrutece,
te deprime, saquea y ensombrece"

"Muchas palabras para un solo monstruo" ¿no?, observó el niño..."será porque tú le dejas hacerte todas esas cosas".

"Ahora que lo dices, mamá, si el tiempo un monstruo, un monstruo verde y sin cabeza," reconfirmó él. Y cogiendo mi mano, me llevó al fondo del jardín.

Envuelto en umbría y algo de misterio, sigue la vieja estatua de la no menos vieja casa familiar. "¿Es el tiempo, verdad, mamá?".

"Es verde y no tiene cabeza... tampoco tiene brazos, ni manos, no puede hacerte todas esas cosas que tú dices que te hace" y añadió "¿Por qué no pruebas a comértelo antes de que él te coma a tí?".

De vuelta a la casa, me reía de mi propio miedo "¿No seré yo quien se deja devorar, envejecer, atrapar, retener, secuestrar, estrujar, absorber, robar, envilecer, embrutecer, apenar, aplastar, entristecer y ensombrecer?".

¡¡¡¿Para qué temerlo, entonces, si es solo un pequeño, viejo y triste monstruo verde y sin cabeza?!!!

Disfrutarás más del paisaje

Disfrutarás más del paisaje, de cualquier paisaje, si te integras en él, si formas parte de él.

Distorsiones

¿Eres o te ven?
¿Eres o estás?
¿Eres o te sientes?
Añadimos una palabra a estas preguntas… puedes elegir.
Triste.
Pasivo.
Confuso.
Desorientado.

Prueba con cualquiera:
¿Eres triste o te ven triste?
¿Eres Confuso o te ven Confuso?
¿Eres triste o estás triste?
¿Eres Confuso o estás Confuso?
¿Eres triste o te sientes triste?
¿Eres Confuso o te sientes Confuso?
Hay muchas variantes, tantas, como adjetivos quieras añadir. Sigue probando.

¿Cuál es la respuesta correcta?.
Sólo la tienes tú. Pero los demás podrían dar respuestas diferentes, porque la percepción es libre y muchas veces equivocada. Hay distorsiones en nuestro discurso, en nuestra forma de comunicarnos.

¿Has probado a realizar esas preguntas en tu entorno? ¿Familia, amigos, colegas, superiores, miembros de tu equipo? Es tan difícil como mirarse al espejo y preguntar.

Anímate y pregunta. Elimina la distorsión.

El almacén de fantasmas de la casa de la luz azul

Los veo cada noche, son cientos.
Se colocan ordenadamente junto a las ventanas y me miran sin ojos porque no tienen cabeza.

Me aturden, me inquietan, me desasosiegan.

Curiosamente, en una planta parece que sólo hay hombres, y en otra sólo mujeres.

No se mueven... tampoco parecen tener piernas.

Y cada noche paso de puntillas para no alertarlos.

El terror me bloquea y nubla mis sentidos.

Pero me produce mucho pudor hablar con los demás de estos miedos irracionales.
Hace poco me atreví a abrir mi corazón a mi marido.

"Por favor, no pasemos nunca por el almacén de fantasmas de la casa de la luz azul".

Me miró como sólo saben hacerlo algunos maridos.

De arriba abajo, como descubriéndome.

En sus ojos ví... ayssssssss no sé lo que ví.

Es un hombre de pocas palabras, ya me ocupo yo de ponerlas en nuestra relación.

En silencio señaló una placa dorada en la fachada.

La explicación sólo necesitaba dos palabras y 15 letras.

"Adolfo Domínguez". Ahora, siempre que pasamos por delante, noto que mi marido me mira "raro"... ¿Como si se riera de mí? ¿Es lo que vemos o vemos lo que es?

El beso de una hoja

Nubes de arena, piedras, asfalto y grava.

Cielos de agua y abismales charcos.

Miles de estrellas diminutas, esquirlas de cemento en suspensión.

Bosque frondoso, con caminos y senderos trazados con escuadra y cartabón.

Umbríos musgos, peladas ramas, sabrosos frutos y semillas.

Y hojas... Como labios carnosos y violetas flotando entre las nubes.

Y hojas... Como boca que besa posando su sonrisa anaranjada sobre el manto verde del gran bosque.

Todo está hecho de sombras, sueños y reflejos.

De agua, barro, hojas y charcos. De piedras, ramas, gravas y tierra. Y ya no sé si nado, si floto o si vuelo.

Persiguiendo.
La sonrisa.
El beso.

De esos labios carnosos, tiernos, brillantes, sabrosos ¡¡y violetas!!

El hombre feliz

Y eso que todas sus pertenencias caben en esta foto.

Su casa, sus tierras y sus ropas En algún lugar de Orense lo encontré.

Me sonrió, me dejó fotografiarlo y me demostró con su conversación que era un tipo realmente feliz.

A mí, me alegró la tarde :-)

Deseo, disimulo, indecisión, valor

Emociónate.
No escondas tu emoción.
No dudes con tu elección.
Asume tu emoción.

¡¡Y disfrútala!!

El último pescador de nubes de aquella tarde

¡Vendo nubes de colores: las redondas, coloradas, para endulzar los calores!

¡Vendo los cirros morados y rosas, las alboradas, los crepúsculos dorados!

Rafael Alberti.

El viejo tronco triste y sus amigos

Llevaba mucho tiempo oculto en mi galería. De vez en cuando lo visito... unas veces veo un tronco gruñón, y otras uno viejo y sabio, y otras uno triste, y otras meditabundo, esa línea que baja, como baja una boca triste, cambian la faz del viejo tronco.

Esas letras garabateadas parecen ojos, o lentes, o rictus de enfado.

Lleva mucho tiempo oculto en mi galería, hoy lo saco fuera, quizás para sacar fuera gruñidos, tristezas y penas. Sueño con llegar a ser una vieja sabia, pero no una vieja sabia y gruñona.

¿Cómo ves ese tronco tú?

"En un albo, níveo, lechoso, nevado y blanco cielo"

Una calle ruidosa, polvorienta, fea.
Una fachada semiabandonada.
Un viejo portal entreabierto.
Una irresistible curiosidad.
Un marido desconfiado que se niega a entrar y espera algo mohíno en la calle. Y entré.

Y se hizo la luz.
Una luz blanca que me envolvía, tan blanca como la forja de la barandilla que me hacía ver y sentir una escalera toda ella también blanca, a pesar de sus gastados escalones de madera.

Y blanco era el aire que empecé a respirar y llenaba mis pulmones.
Blancas las paredes, blancos los cristales, blanca la claraboya al final de mi ascenso.
Y subí flotando en esa nube suave, ligera y, claro, ¡¡blanca!!
Subí y subí, floté y floté, la curiosidad se apoderaba de mí.

Puertas (blancas) y cerradas en los descansillos.
Silencio (blanco) y absoluto en los pasillos.
Un polvo blanco y fino como agua nieve me envolvía.

En lo alto de la escalera, entre aquel polvillo blanco que parecía niebla, a duras penas pude distinguir unas figuras humanas, vestidas de un blanco purísimo. Y entonces, lo entendí todo. Había subido al cielo y unos ángeles me estaban esperando.

Continué emocionada mi viaje ascendente. Y, de repente, escuché una voz hosca y tosca, desabrida y cortante....."¡¡señora, qué hace usted aquí, ¿no ve que estamos pintando la escalera?!!".

Bajé del cielo. En la calle me esperaba la realidad, un marido socarrón al que no me atreví a contarle mi aventura.

Caminamos en silencio. No osaba mirarle, por si me descubría.

Guardaré mi secreto. Nunca comprendería que me sentí por unos instantes, ¡¡en un albo, níveo, lechoso, nevado, y blanco cielo!!

PD.- No consigo quitarme el polvillo blanco de la ropa y mis cabellos.

Encerré al dragón

Encerré al dragón
que se comió mi tiempo, pero, ni por esas...

Sigue devorando lo que es mío.

¿O quizás me dejo yo devorar?

Espejar

RAE."Quien tiene mucho amor y se complace en las gracias o acciones de alguien". Seamos espejo de emociones.

Expresión corporal

No hace falta escuchar, sólo mirar y observar.

Las gafas ocultan sus ojos, el pixelado esconde sus gestos, no necesitamos ver su rostro para interpretar su expresión : la ira, el cabreo, la molestia, la disputa o la queja.

Imagina sus palabras, en realidad, dan lo mismo, lo que importa es su gesto, su postura, y lo que todo ello puede significar.

“¡¡Nos han robado el partido, está clarísimo!!”.

“Pero ¿Has visto, cómo va por la calle?, es un engreído, ya no saluda a los vecinos de siempre”.

“¡¡Pues no va el tío ese y me pisa todo el negocio!!”.

“Pero ,si está clarísimo, ¡¡los parquímetros los han montado para robarnos el dinero!!”.

“¡¡Y llegó ese desgraciado y me comprometió con el jefe!!”.

“¡¡Y yo, que iba por mi derecha, me encontré de narices con el salvaje ese en dirección prohibida!!”.

Está cargado de razón con ese brazo extendido que señala, airado, al responsable del problema. Nuestro cuerpo y nuestros gestos envían mensajes que los demás leerán con mayor o menor fortuna.

La cara de estoicismo del camarero es todo un poema. Son los profesionales que mejor escuchan, me río yo de psicólogos de prestigio. Pongan un buen camarero que sepa escuchar y no necesitarán más terapia millonaria.

No conozco al hombre de las gafas oscuras. Y sin embargo, estoy criticándolo y juzgándolo, cuando en realidad, ni debo, ni puedo, ni quiero juzgarlo... pero me he visto en él reflejada como en un espejo, cuando me instalo en la queja... y no me he gustado.

¡¡Míralo!!... ¿No te recuerda a alguien?..., venga, sé valiente, responde, venga, ¿no te recuerda a alguien?

Sí, exactamente..., ¡¡a ti, a mí, a nosotros muchas veces!! ¡¡Míralo!!... ¡¡¡Mírate!!!

Hay dos formas de mirar, con velos en los ojos y sin ellos

Subía desfallecida los 207 escalones del Miquelet en Valencia.

Cargaba, claro, con mi cámara.

Desde una de las ventanitas de la interminable escalera de caracol, descubrí estas cúpulas azules. Apunté con mi cámara, en difícil equilibrio entre unos japoneses que subían y unos franceses que bajaban, e intenté disparar.

El autofocus se volvía loco. Ora enfocaba el enrejado de la ventana, ora enfocaba las cúpulas. Ambos resultados están a la vista.

Al editar la foto en casa descubrí dos imágenes distintas de un mismo momento y un mismo objeto observado. Y escribí “Hay dos formas de mirar, con velos en los ojos y sin ellos”.

Mi reflexión era puramente fotográfica, pero tenía muchos más significados que sólo identifiqué días después.

Miramos con los ojos, pero ponemos un velo que oculta aquello que miramos.

Un velo de miedo.
O de prejuicios.
O de ideas preconcebidas.
O de negación de la realidad.
O de una falsa realidad que nos hemos creado.
O de ignorancia.

Hay muchos velos ¿Cuáles son los tuyos?

Esos velos, como legañas negras, como telarañas espesas, nublan nuestra vista, y a la vez nuestro oído, porque viendo, escuchamos, y si no vemos, no escuchamos.

La imagen con velos tiene su belleza y su misterio, pero oculta la realidad y la hermosura de ese azul de las torres de la catedral. De sus formas ondulantes, de esa simetría perfecta.

Quiero frotar mis ojos, eliminar legañas y telarañas, para verte mejor, para escucharte mejor. Y así, sólo así, entenderte mejor.

Indagando

"(...) Pues hemos descubierto con Sócrates, que "una vida no indagada no merece ser vivida (...)”.

Las preguntas suelen ser el eslabón entre lo que es y lo que pudiera ser. Al cuestionarse lo que es o, al menos, lo que aparenta ser, pues del "ser" nada sabemos, la indagación abre la posibilidad de generar lo que podría ser. Al hacerlo sobre nosotros mismos, abrimos la posibilidad de llegar a ser lo que podríamos ser, de cumplir la promesa que cada ser humano lleva consigo".

Actos del Lenguaje -La Escucha- Rafael Echeverría.

La luz de las pequeñas cosas

Covarrubias
El Claustro de su Colegiata.
Luz de mediodía.
Recuerdos de una rubia princesa escandinava,
Arcos apuntados, contrafuertes, arbotantes, pilares y baquetones, vidrieras y rosetones, capiteles, filigranas, sepulcros, piedras talladas, arte milenario. Y allí, entre tanta belleza arquitectónica, ante tantos recuerdos de la historia.

Unas macetas.
Unas menudas y sencillas macetas, sin adornos ni artificios.
Unos geranios blancos y rosas con sus hojitas verdes.
Tan modestos, tan discretos, tan como para no verlos ni reparar en ellos.
Y, sin embargo...
¡¡Llenaban de vida y de luz unas piedras muertas!!

Busco la luz en las pequeñas cosas para no vivir a oscuras. Porque las grandes, ya no consiguen iluminarme.

La puerta de la felicidad

“Se abre hacia dentro, retírate algo para abrirla ;si la empujas, se cierra aún más”. Kierkegaard

Si me sale, si me dan, si me ofrecen

Nada sale que no hayas sembrado.
Nada encuentras que no hayas buscado.
Nada consigues si no sales a pescarlo.
Quien quiera peces …

Las nubes novias

Las novias nubes son volubles y temperamentales, porque están a merced del viento.

La novia nube puede ser tormentosa, suave como el algodón, apasionada, húmeda... sí, sí, húmeda, gotosa, triste como la niebla, alegre como el ventarrón, tímida como esas nubecillas de “ná”, exhibicionista como otras que vemos que dejan todos sus encantos al descubierto.

Las novias nubes abrazan, y mojan, y enfrían y algunas sofocan.

Las novias nubes atacan solas o en grupo, esas son las más peligrosas, parece que te envuelven y que acabarán devorándote.

Las novias nube besan suavemente, como esas gotas de rocío mañanero y saben dulces como un delicado licor cuando corres entre la niebla con los brazos y la boca abiertos, comiéndote a bocados a tu novia, la nube.

Las novias nubes son a veces traicioneras, se asoman un poquito, se hacen las interesantes y las esquivas y cuando parece que se van a marchar para no volver, descargan toda su ira sobre ti.

Hay nubes novias luchadoras, que se llenan de negra ira, pelean entre ellas por conseguir tu amor y acaban lanzando sus dardos afilados y luminosos, que zigzaguean con color y olor eléctrico entre las negras masas acuosas.

Las nubes novias te abrazan y te besan
y te aturden y entontecen
y te excitan y emborrachan
y te encienden y conmueven
y te incitan y enloquecen
y te enfadan y enamoran

Déjate llevar por esas nubes, que algunos llaman emociones... Desde luego, con una nube novia nunca te aburrirás.

Livianidad

Fotografié estas cañas y plumas en las riberas del Tajo, en una senda preciosa, que os recomiendo, que invita al paseo sereno y pausado en Villamanrique de Tajo, una localidad pequeñita y preciosa cerca de Aranjuez.

Al editar las fotos vino a mi cabeza la palabra Liviandad. Me gustó esa sensación de dejarse mecer por el viento y exploré su significado.
El diccionario de la R.A.E. define liviandad como:

1. f. Cualidad de liviano.
2. f. Acción liviana
Y no nos da muchas pistas, aunque sí algunas sorpresas, si buscamos la palabra “liviano”
(Del lat. vulg. *levianus, de levis).
1. adj. De poco peso.
2. adj. inconstante (que muda con facilidad de pensamientos).
3. adj. De poca importancia.
4. adj. Dicho de una mujer: Informal y ligera en su relación con los hombres.
5. adj. p. us. Lascivo, incontinente.
6. m. Pulmón, principalmente el de las reses destinadas al consumo. U. m. en pl.
7. m. Burro que va delante y sirve de guía a la recua.
8. f. Canto popular andaluz.

Yo buscaba algo diferente y lo encontré en un texto de Rafael Echeverría en su Ética y Coaching Ontológico : “Los individuos tienden a magnificar el papel que se asignan a sí mismos y generan con ellos culpas exageradas y autorrecriminaciones. En otras palabras, sufrimientos desmedidos. Esto produce en nuestras vidas un marcado “espíritu de gravedad”, pesadez, opacidad. Nietzsche cuestiona muy severamente ese “espíritu de gravedad” y propone sustituirlo por su opuesto, el “espíritu de la liviandad”.

Y añade : “ Ello nos permite tomarnos con mayor inocencia y menos culpa, con mayor aceptación frente a lo que nos pasa y por tanto con menos sufrimiento.

Todo ello habilita una de las disposiciones fuertemente recomendadas por Nietzsche y que éste denomina amor fati o amor al destino. El mundo, nos señala el filósofo, acontece y se desarrolla desde la inocencia, tal como lo vivimos en un primer momento, antes de comer del árbol del Bien y del Mal, en el Paraíso. Es preciso volver a aprender el “espíritu de la liviandad”. Una de las contribuciones que realiza el coaching ontológico es precisamente eso: disolver la gravedad y la autorrecriminación en las que frecuentemente caemos y devolvernos parte de la inocencia perdida”.

Esa era la respuesta que buscaba. Cargamos nuestras vidas, nuestras relaciones, nuestras conversaciones, nuestro trabajo y todo lo que nos rodea de una pesada carga de culpas exageradas, recriminaciones y autorreciminaciones que pesan como losas, impidiendo el aprendizaje y la convivencia con otros y con nosotros mismos.

Liviandad no es inconsistencia, ni frivolidad, ni insustancialidad, ni superficialidad.

Trabajemos con ahínco, tesón y responsabilidad al 100%… pero pongamos unas gotas de amor fati en nuestra vida. No perdamos la inocencia, ni la capacidad de asombrarnos y sorprendernos…flotemos como estas plumas mecidas por el viento…y con toda seguridad, la carga, será mucho menor.

Los viejos muelles y ¡¡¡Ping!!!

Adormecen envueltos en polvo en el escaparate de una ferretería, tan vieja como la dueña que la custodia. Parece que todo dormita, la tienda, la dueña y el género.

Todo es feo, gris, sin chispa ni gracia. El único empleado viste una raída bata azul, con brillos en los codos y manchas en los bolsillos.

Se pasa la vida contando tornillos y guardándolos en sus cajitas de cartón.

Hasta que un día llegó un muelle joven y saltarín. Se llamaba ¡¡Ping!! Era espabilado, despierto, con un único objetivo; despertar a sus dormidos compañeros que se arrastraban sobre las estanterías del viejo escaparate.

Recién salido de la fábrica y tras haber pasado los controles de calidad de una importante multinacional, llegó a la ferretería.

Y aterrizó lleno de ilusión, con ideas renovadoras, dispuesto a motivar a sus compañeros y mejorar la productividad.

¡¡Ping!! lo intentó una y otra vez. Cambiar las cosas para mejorarlas, mantener los viejos procedimientos que sí eran útiles y prácticos, renovar estructuras, aportar ideas, escuchar las de otros y aceptarlas, discutir órdenes absurdas y fomentar el diálogo.

Pero ¡¡Ping!! fue rechazado por el grupo, era un muelle atípico, rebelde, y con unas ideas perturbadoras y peligrosas. Además, seguirle suponía realizar un esfuerzo que no se sentían con ganas de afrontar. Total, ¿para qué? Pasó el tiempo y ¡¡Ping!! se cansó de luchar, aburrido, se fue abandonando y no se dio a la bebida porque solo tenían "3 en 1" en las estanterías.

Han pasado los meses, y aunque ¡¡Ping!! se mantiene aparentemente derecho y en pie, ya no tiene interés en nada. La rutina lo mató y la falta de ilusiones también.

Pobre ¡¡Ping!! Seguro que conoces algún otro ¡¡Ping!! ¿Verdad?

Me impresionó su mirada

Con todo mi respeto al pintor al que no conozco más que de vista.

Ruego léase a toda velocidad, como un pensamiento sin puntos ni comas.

“Aquí estoy, pasando frío menudo vientecito se ha levantado hoy y la Plaza desierta si es que no hay ni un duro me parece que acabaremos emigrando a Montmartre para darnos codazos unos a otros mezclados con los que recortan siluetas de cartón y los enésimos retratos de la torre Eiffel en perspectivas imposibles pero al menos hay gente parece que se acerca ese japonés miraré de reojo no quiero que me note desesperado el tío se para delante del de las caricaturas ese ya ha cumplido por hoy tengo frío a pesar de la gorra y la bufanda me duelen las piernas de estar de pie tantas horas se me ha curtido la cara de tantos soles y tantos vientos mira ahora se acercan esas guiris ¿pues no quieren hacerme una foto?, mañana tengo que recoger el caballete nuevo y pagar las telas a Juan no sé de dónde voy a sacar el dinero tengo frío me siento mal”.

“Y, sin embargo... ¡¡no cambiaría esta Plaza por nada ni por nadie!! Es mi lugar y es mi oficio, es mi plaza, mis horarios, mis tiempos, mis clientes, mis pinturas, ¡¡¡y mi libertad!!!"

Para alcanzar al resto, tú eliges

Para alcanzar al resto, tú eliges: Correr más, o pedir que te esperen.

Realmente, ¿tú qué harías? ¿Me lo cuentas?

Quise atrapar una estrella

Anoche y desde mi ventana... pero se escapaba, se escapaba, se escapaba.

Me tengo que hacer mirar el pulso. Os aseguro que no era una estrella fugaz.

Salta del cuadro y dispara

“No sabemos cómo las cosas son, sólo sabemos cómo las observamos o cómo las interpretamos. Vivimos en mundos interpretativos”. -Rafael Echeverría-.

Observa las dos imágenes. Iguales y tan distintas.

Dentro o fuera de la foto, según te sitúes, vivirás una historia distinta, vivirás una interpretación diferente.

En la foto superior, ¿no te sientes paseante de esa calle? ¿No sientes la luz, el leve calor del sol de diciembre en tu rostro, el crujido de las hojas al pisarlas? Estás adelantando a un hombre que interactúa con un árbol, parece que tiene un pincelito para limpiar o pintar algo en su corteza.

Formas parte del paisaje, no estás fuera sino dentro del mismo, compañero del pintor y paseante de la misma calle.

Y ahora… contempla la segunda. Aquí eres un mero observador de una escena, en la que el pintor está acabando su cuadro.

Lo ves “desde fuera”. No sientes la luz de la calle, ni pisas las hojas caídas en la acera.

Tus interpretaciones son distintas y por lo tanto, tus emociones cambian. Y esas emociones son las que modificarán tu acción. La mía fue ¡¡disparar!!

Personalmente, me encanta estar dentro del cuadro, sentir que formo parte de ese paisaje, pero sólo poniendo esa distancia, saliendo del campo, “saltando del cuadro” para observar, podremos cambiar nuestra interpretación y así, sintiendo otra emoción, cambiaremos (espero que para mejorar) nuestra acción.

Es un momento mágico cuando conseguimos “saltar del cuadro y ¡¡disparar!!”.

Si no saltas

Si no saltas, nunca podrás atrapar tus sueños.

Te parecen escaleras pero son un perfume. Mi perfume

Escalones de madera, abrillantados con cera. Olor y calor de esa cera. Cierra los ojos, sí, ¡ciérralos! y olfatea. ¿Verdad que llega a tí el olor de las ceras y barnices que se utilizaban para las buenas madera?. Siente, recuerda. ¿Quizás la vieja casa familiar? ¿O aquel hotel donde pasabas tus veranos?

Pero seguro que llegan a tí también viejos recuerdos infantiles, ¿Quién no ha bajado o subido escaleras de madera a oscuras? Buscando el cuarto de baño por la noche o bajando a la cocina para beber agua. ¡¡Cómo cruje la madera en el silencio de la noche!! Parece tener vida propia.

Conservo recuerdos infantiles de olores agradables y de miedos oscuros en escaleras como éstas, que por la noche multiplicaban por cien su número de escalones y nunca acababas de llegar a tu destino. Frío nocturno, silencio sonoro, fantasmas acechantes, deseos de volver a la cama calentita y protectora.

Mi infancia son recuerdos, no precisamente de un patio de Sevilla, sino de unas escaleras del viejo hotel junto a la estación donde pasé mis primeros veranos en Alsasua. Olor de cera que se unía al del pan tostado en la parrilla de la "cocina económica", al que se añadía el olor de los frutales de la huerta de la casa, la hierbabuena y la menta, el jabón lagarto del gran lavadero, la lana de nuestros jerseys mojados por la lluvia puestos a secar en la cocina, y la carbonilla y ese olor tan especial de las traviesas de las vías de la cercana estación.

Mi infancia es un olor de cera, fruta, pan tostado, lana húmeda, jabón lagarto, menta y hierbabuena, traviesas de madera y carbonilla. Y he creado un perfume, mi perfume. He introducido todos esos elementos en un frasquito, los he agitado, batido y mezclado hasta conseguir un aroma único, el mío.

Cuando me siento perdida, cuando temo bajar esas eternas e infinitas escaleras en la oscuridad de la noche, abro mi frasquito, y me envuelvo en la fragancia de su perfume, de mi perfume y solo así, dejo de tener miedo.

Fabriquemos perfumes para cambiar creencias, pensamientos y juicios porque sólo así, podremos cambiar las emociones.

Tocaba como los ángeles...

Y yo hasta le ví las alas.

Un "NO" como único paisaje

Cada mañana salía de casa envuelta en frío, sueño y húmedas legañas, camino del trabajo.

Cada mañana cruzaba un puente sobre la autopista y cada mañana, allí estaba aquel ¡¡NO!!

Una vieja pintada en un lugar donde no era posible limpiar.

Ni el tiempo, ni la lluvia, ni la contaminación, ni la porquería podían borrar aquel ¡¡NO!! y Clara, cada mañana sentía el "¡¡NO!!"

clavado en sus entrañas, en su alma, en su corazón. Un "¡¡NO!!" a los deseos,
un "¡¡NO!!" a los sueños ,
un "¡¡NO!!" a los proyectos,
a la innovación, a los cambios, a las novedades, a la ambición, al desarrollo, al crecimiento...
¡¡A la diversión!!...
¡¡no, no, no, no, no, no,!!

y era un ¡¡NO!! al amor, al cariño, al afecto, a la amistad.
¡¡NO!! ¡¡NO!! ¡¡NO!!

Clara llegaba a su oficina con el NO metido entre pecho y espalda, y casi, casi sin saberlo empezó a escupir el ¡¡NO!! el ¡¡NO!! para todo.

Clara se oscurecía por dentro y por fuera, y sentía cada vez más lejos su alma del nombre que aparecía en su DNI ¡¡Clara!!

Una mañana de domingo, Clara paseó por su barrio, cruzó el puente, esta vez no de madrugada, sino a pleno sol... Y vió su sombra proyectada en la pared donde seguía aquel ¡¡NO!! que la perseguía a diario.

Clara se asomó a la barandilla del puente, vio su sombra, vio el ¡¡NO!! y descubrió que ella y su sombra eran más grandes, más fuertes, más poderosas que aquel birrioso ¡¡NO!!

Y en ese momento, lo despreció. Dejó de temerlo.

Ya ni lo ve.
Ya ni lo siente.
Ha vuelto a ser Clara.
Es Clara.

En el baúl lo tengo

Ideas, recuerdos, recursos, innovaciones, en el baúl lo tengo.

Proyectos, soluciones, resultados, análisis complejos, en el baúl lo tengo.

Histórico de la compañía, clientes, incidencias, éxitos, opciones…en el baúl lo tengo.

Información relevante. Aquello que funcionó “allí” y que nunca probamos “aquí”…en el baúl lo tengo.

Y guardo y atesoro para mí, porque, es mi conocimiento y es mi baúl.

Las organizaciones forman, educan, y vuelven a formar y contratan uno y mil cursos formativos para sus equipos, pero no siempre fomentan compartir el baúl.

Decía Alberto Auné, periodista, que el conocimiento es el único bien que más crece cuanto más se comparte.

¿Por qué atesoran o atesoramos información y conocimientos en nuestros viejos baúles , bien protegidos con cerrojos?.

¿Desconfianza, Miedo, Inseguridad, Celos, Envidias, Torpeza, Ignorancia, Deseo de poder? Seguro que hay muchas más.

“Cierro bien mi baúl no sea que descubran que no guardo nada de valor en su interior” o por el contrario…”Voy a poner otro candado, no sea que me roben las ideas y se apropien de ellas”.

Y sin embargo matamos por una exclusiva, por ser el primero en contar “¿sabes que…?” , “¿te has enterado de …?”

El aprendizaje formal supone una importante inversión para las compañías, cuesta tiempo, dinero, muchos recursos formar a la plantilla. Pero se olvida en ocasiones un aprendizaje informal muy gratificante, para el que forma y para el que aprende, con mucho menos coste, tiempo, dinero y recursos. Cada día alguien piensa, sueña o imagina una idea o proyecto nuevo, que se queda encerrado en el baúl, que no se utiliza, que no se comparte , con la consiguiente pérdida de oportunidad de beneficios para la persona y para la empresa.

¿Soluciones?. Seguro que vosotros, lectores y curiosos de mis historias, podréis aportar muchas. Yo apuesto por generar la confianza en el equipo, por fomentar la información de abajo hacia arriba, formar a las personas para que vayan más allá de compartir la información, a estimular el aprendizaje de los demás. El Coaching grupal puede ser una magnífica herramienta, transformar a los líderes de los equipos para que sepan descubrir el talento y las ideas entre su gente. ¿Qué más se os ocurre?.

De momento, me comprometo a abrir mi baúl y compartir con vosotros su contenido.

Tus cartas de colores

Mi abuela tenía un taller de géneros de punto. Hacía trajes a medida, y sus modistas cortaban, tejían con máquinas y cosían unos trajes de un acabado perfecto.

Mi madre nos llevaba al taller a la salida del colegio. Sentadas en sillitas bajas de madera, las cuatro hermanas, como las costureras, hacíamos los deberes y jugábamos con un imán enorme, que servía para recoger alfileres, y con unas cartas de colores.

Estas cartas eran cartulinas en las que primorosamente se pegaban trocitos de lana, como diminutas madejas. Había todo tipo de texturas, grosores y colores. Pero lo más bonito era su efecto "degradé", su efecto arco iris.

Los rosas se sucedían, tomaban tonalidades violetas y se unían a los azules, los azules verdeaban y tornaban en verdes y luego en amarillos. Los amarillos se llenaban de color y se “anaranjaban”. Los naranjas se sofocaban y enrojecían. Y los rojos se desvaían y se convertían en delicados tonos de rosa y , de nuevo, vuelta a empezar.

Mis recuerdos infantiles van unidos a las lanas de colores. Me gusta contemplarlas, acariciarlas y jugar con ese mágico y cálido arcoíris.

Quizás por todo ésto, me gusta jugar con los colores. Admirarlos, observarlos y descubrir que también nosotros somos cartas de colores, con mil matices diferentes que cambian según los días, las circunstancias, los entornos y los contextos en los que nos movemos.

Pero ¿conocemos nuestros colores, nuestros matices? Las grandes compañías analizan profundamente sus colores corporativos, buscando impacto y creación de marca. ¿Y tú? ¿Conoces esos matices que te hacen distinto y especial?. Te animo a encontrarlos.

Contrasta opiniones, habla con expertos. Busca tu matiz y encontrarás tu marca.

Regalando luz

Él la amaba en silencio.

Pero era gordito, rechoncho, y siempre lo rellenaban de agua, que es sosísima y sin color... y malo si tenía alguno, porque indicaba que estaba turbia y el cliente siempre se quejaba y lo devolvían, humillado, a la cocina.

Ella era una copa tan preciosa, tan alta, tan elegante, y con unos modelos tan brillantes y distinguidos que la hermoseaban aún más. Cada día de un color o tonalidad diferente.

Se sucedían el rojo, el rosa, el fresa, a veces el granate, el bermejo, el carmesí, otras el corinto, el escarlata, y si en el menú había pescado, la dama viraba al amarillo, el ámbar, incluso colores ocres o tostados.

La copa, desde su altura, jamás lo miraba y el vaso percibía, que ni tan siquiera lo despreciaba, simplemente lo ignoraba.

Su timidez e inseguridad le impedía acercarse, nunca se atrevía, ni osaba mirarla.

Pero una noche, después de una fiesta, en la que los comensales se arrojaban papelitos de colores como estrellas (luego supieron que era una fiesta de Navidad) el vaso se sintió seguro, estaba limpio, sin huella alguna, porque nadie bebió agua en aquella fiesta, sin embargo, la copa de vino estaba mucho más trasegada, y algo sucia.

Como abandonada, mezclada con otras y con la autoestima por los suelos. El vaso se acercó. Ella... ella incluso le miró.

Se abrió una puerta... Y el vaso proyectó toda la luz, como una linterna, iluminó los pies de la copa, en el que dormían estrellitas olvidadas de la fiesta.

Y el vaso se sintió más hermoso que el mismo sol, porque le había regalado la luz a su amada.

Me llaman Arrebato Con mis ojos no se atrevieron Con mi pasión tampoco

Me llaman Arrebato y aquí estoy. Me pintaron con esmero. Posé una y mil veces para mi artista. Nos amamos mirando él, dejándome mirar yo.

Y me llaman Arrebato porque soy ímpetu y vehemencia, pasión y arrobo, éxtasis y rapto, ardor e intensidad.

Y me llaman Arrebato porque soy violencia y arranque, acceso y arrechucho, impulso y pronto, furia y cólera.

Y mi pintor me vendió.

Formé parte de la decoración de un local de copas en un barrio marginalmente de moda.

Pero llegó uno y escribió sobre mi frente.

Otro me afeó con largos bigotes. Y me pintaron perilla y mancharon mis narices.

Sólo se salvan los ojos que miraron a mi artista.

Y los labios que lo besaron.
Y mi nombre.
¡¡¡¡Arrebato!!!!